Hace algunos años tomaba unas cervezas con mi buen amigo Carlos Niebla en el queridísimo bar Milán. Por aquellos días nos rodeaban las campañas políticas de aquellos a quienes aspiraban al gobierno del Distrito Federal, allá en México. Esa noche hubo una parroquiana que llegó al lugar, ataviada muy al estilo de Beatriz Paredes (no creo necesario describir dicho estilo), señora que contendió en aquellas elecciones para ese cargo público. Ya con una chelas encima, mi amigo comenzó a sacar su parte creativa y al ver a aquella chica decía en voz alta "con Beatriz, serás feliz" o "sólo con Beatriz, serás feliz".
En agosto de este año 2009, tuve la oportunidad de regresar a México y trabajar unas fotografías para una amiga que dirige una revista. Dichas fotografías debía yo tomarlas en una conferencia que encabezaba Beatriz Paredes. La cita fue muy temprano en un hotel de Paseo de la Reforma y digo muy temprano para mis perezosos estándares matutinos. Infiel a mis costumbres, acudí a la cita más temprano de lo requerido: ocho de la mañana, cuando la entrada a medios para cubrir el evento estaba fijada a las 8:30. A esa hora en que llegué no había ningún otro medio de comunicación que cubriera el evento.
Cabe mencionar que en la invitación se señaló que sólo tendríamos acceso a partir de las 8:30 y que sólo tendríamos media hora para tomar nuestras instantáneas, ya que la conferencia comenzaría puntual a las 9 a.m.
Y decía, yo llegué a las 8 a.m. en punto. ¿Las fotografías? Sólo pude tomarlas hasta pasadas las 11:30 de la mañana ¿por qué? Por lo que voy a describir a continuación y que para mi representa esa esencia política que adolece nuestro país y que, aunque deteste yo generalizar, se vive en todos los rincones de nuestro querido México y que no cambia de un partido a otro.
Minutos antes de las 8:30 me presenté ante la gente que estaba en el escritorio que antecedía a la sala en donde se celebraría dicha conferencia. Un individuo, no fue mi papel indagar quién era, me interrogó sutilmente sobre el medio al que yo representaba. Desconoció el nombre de la publicación cuando se lo djie. "Es una revista que se reparte en la primera clase de los aviones", le dije, "seguro usted la conoce". No dijo ni sí, ni no.
Me pidió que esperara un poco ya que tenía él a su vez, que esperar la autorización de la señora Paredes para que yo pudiera entrar a tomar mis fotos de "sociales"... y así pasó el tiempo.
Mi actitud fue en cierta medida paciente, pero se fue acabando conforme pasaban los minutos. 8:50 a.m. volví a preguntar: "¿cree que ya pueda entrar a tomar mis fotos?", pregunté por enésima vez. "No sé, déjame preguntar de nuevo", fue la respuesta.
8:55 a.m. Se acercó a mi un joven que formaba parte de la comitiva que rodea a la Paredes. "Me dicen que ya puedes pasar a tomar las fotos, pero que sea rápido porque la conferencia está a punto de comenzar". Ese muchacho no se despegó de mi mientras tomaba las peores fotos de mi vida, con la presión de él y del tiempo encima. "A la señora Paredes no le tomes fotos, no le gusta". Mi intención no era tomarle fotos a esta señora, lamentablemente no era "target" para la revista a la que representaba.
9:00 a.m. Se me pidió cortésmente que saliera de la sala, pues la conferencia sólo involucraba a mujeres.
Obvio, tuve que esperar a que terminara el evento para volver a tomar las fotos, bajo la venia precedida.
Al inicio de la conferencia de esta señora y que pude ver poco, pues fui largado del lugar, el sistema audiovisual falló. Algo había salido mal y no podía ella mostrar unas diapositivas. "Me gustaría mostrarles de lo que estoy hablando si no fuera porque el equipo que revisa estas cosas electrónicas, lo hubiera revisado antes", dijo ella en tono de "alguien debe pagar por esto".
Este pequeño contratiempo desató la ira de aquel señor que me interrogó al principio, ¿recuerdan? El mismo que, acto seguido, increpó a quien se encargaba de esos sistemas después de haberlo arreglado. Poco más de media hora duró el reclamo, el regaño y el jalón de orejas sobre este señor que su única culpa no fue haber revisado el equipo 500 veces más de las 500 veces que ya lo había revisado para que nada saliera mal... y algo salió mal.
Era otra esencia política mexicana: no importa si hay que solucionar algo que no funcionó, hay que buscar un culpable a quien humillar, regañar, insultar y degradar porque la alta personalidad de la señora había quedado en un horroroso ridículo ante un puñado de mujeres de la aristocracia de nuestro país.
Me costaba trabajo pensar que la señora Beatriz Paredes pidiera un minuto más del tiempo a las asistentes, buscar al ingeniero, pedirle amable y discretamente, que revisara nuevamente el equipo y que lo hiciera funcionar. Una vez arreglado, la conferencia continuaría y se seguiría con lo planeado.
¿Es tan difícil pensar esta otra opción? Creo que a nuestros políticos, algo tan sutil y tranquilo, no les puede pasar por la cabeza.
Terminó la conferencia y tuve que pedir permiso otra vez para poder entrar y tomar las fotografías necesarias. Ya sin el tiempo encima y con la felicidad de las señoras por que todo se había acabado después de que se chutaron esas más de dos horas de monólogo de Beatriz, pude hacer mi trabajo sin ningún problema.
Mi punto final es que, gente como Beatriz Paredes y sus secuaces (no les puedo llamar de otra forma a los lambiscones que rodean a nuestros políticos. Bueno sí, lambiscones), aún no les entra a la cabeza que son FUNCIONARIOS PÚBLICOS, que viven de los altísimos impuestos que pago en todo momento, no sólo los que me quitan de mi nómina. Que como políticos, no tienen ni siquiera el sentido común para evitar que los demás ciudadanos (no se les olvide que ellos también lo son) perdamos la vida y el tiempo porque hay algunos que se sienten tan feos, que no quieren que les tomen fotos a horas muy tempranas del día.
Lógicamente no puedo concebir que gente como Beatriz Paredes pueda pensar que los demás tenemos nuestro trabajo y nuestras horas para hacerlo. Nunca pensarán si sus actitudes o decisiones afectan a quienes los rodean. ¿Qué se creen? Hubiera sido maravilloso pensar que ella dijera "que ese fotógrafo haga su trabajo, como marca el itinerario que está planeado: media hora para los medios".
Perdí más de tres horas esa mañana, cuando muy ilusamente pensé que en media hora terminaría mi trabajo.
Ilusos son nuestros pensamientos cuando un político está metido en ellos y pues no, nunca fui feliz con Beatriz.
viernes
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3 comentarios:
Che! Estás seguro que hablás de México? Me suena mucho a mis tierras sureñas! En muchas partes creí que hablabas de Argentina.
El mexicanito promedio no podría vivir sin su "tata". De ahí el trato provilegiado que proporciona a sus "líderes" (si, es cultural). Para colmo, ve como ha venido arrasando el PRI (por los catastróficos errores del PAN). Hay incluso quien se pasa de listo y grita a todo pulmón "que bueno que regresará el PRI". Mi país, en el lodazal, que lástima.... :(
excelente redacción. salvaje descripción. pobre ilusión. pero ánimo; no todas las betys son iguales.
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